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El arte, además de ser un medio para expresar nuestros sentimientos, tiene un poder curativo dependiendo de los objetivos personales que se vinculen al mismo. Al crear arte, ponemos en práctica habilidades motoras y visuales que sirven como un espacio de tranquilidad y paz para muchos. También, se ha demostrado científicamente que al apreciar una pintura, el ser humano pone a trabajar ciertas partes clave del cerebro. Esto muchas veces ayuda a que personas con enfermedades terminales, tales como el Alzheimer, logren dilatar el proceso de la enfermedad. Tanto un artista como una persona que quizás no tenga la pericia, puede lograr utilizar el arte como una herramienta terapéutica y de desarrollo personal.