El concepto del metaverso no es algo exclusivamente de plataformas sociales o de videojuegos; es un concepto plenamente aplicable al entorno laboral, o por lo menos, lo que se busca. En este caso, el metaverso corporativo es la aplicación de entornos digitales dentro de las operaciones de una empresa; háblese de simulaciones, reuniones, educación, ventas y servicio al cliente.
Informes como “State of the Metaverse” de la firma Deloitte señaló que para 2024, un 8% de las empresas en Estados Unidos integró proyectos funcionales más allá de simples pilotos. Antes, McKinsey & Company reportó en su análisis “Value Creation in the Metaverse” que menos del 10% de estas iniciativas alcanzaron métricas de retorno que justificaran continuidad. Las iniciativas que sí avanzaron se concentraron en tres áreas: entrenamiento, simulación y diseño. En estos casos, el metaverso permitió practicar tareas sin riesgo, visualizar procesos y crear prototipos sin equipos físicos. Desde entonces, las empresas han pasando de la experimentación a un compromiso serio con estas tecnologías.
Todavía estamos en pañales con este asunto. El estudio de McKinsey afirma que esta tecnología no avanzará como un entorno único y masivo, sino como una colección de herramientas específicas integradas a la operación empresarial. Debemos pensar en la inversión multimillonaria en conectividad, equipos para lograr entornos inmersivos y entrenamiento para personal y educación para los clientes, para que puedan conocer la plataforma que utilizarán para solicitar servicios.
Otro reto es el retorno de inversión. Sin métricas claras, la tecnología seguirá limitada a pruebas. La privacidad y la gobernanza digital también entran en discusión. ¿Cuánto tiempo tardaremos?














