Cuando hablamos de la “Cultura de la Cancelación“, nos referimos a un tipo de boicot en el que una persona, generalmente una figura pública, es señalada y castigada por un comportamiento o comentario considerado ofensivo. Este castigo busca que la persona asuma responsabilidad y enfrente consecuencias, que van desde la pérdida de seguidores hasta la cancelación de contratos o empleos.
Este tema es más complejo de lo que parece, ya que enfrenta ideas de justicia social y, a veces, castigos excesivos. Aunque suele relacionarse con figuras públicas, los negocios también pueden ser afectados por boicots. Un ejemplo es el caso de la empresa Goya en 2020, cuando su presidente, Robert Unanue, apoyó públicamente a Donald Trump, lo que generó un llamado masivo al boicot.
Para que una marca no sea víctima de esta cultura, hay varias estrategias que puede adoptar. Primero, ser transparente y honesto en todas las comunicaciones y prácticas comerciales. Segundo, asumir responsabilidad social, comprometiéndose con causas que demuestren un interés genuino por la comunidad. Tercero, ser proactivos, abordando posibles problemas antes de que se conviertan en crisis, y mostrando disposición para escuchar y adaptarse. Además, es clave mantener una comunicación efectiva, cultivando una relación abierta y respetuosa con los clientes. Por último, fomentar una ética interna sólida que refleje una cultura de respeto en la manera en que la marca se relaciona con su audiencia.
Minuto empresarial es una columna del autor que se publica todos los jueves en la sección de Negocios del periodico El Nuevo Día